lunes, 1 de abril de 2024

Bienvaler de Miguel Sánchez Santamaría

 

Bienvaler de Miguel Sánchez Santamaría, publicado en La imprenta.

Hay un nervio distinto cuando se lee el libro de un amigo, pasa algo, hay textos que conoces, pero el libro les da cuerpo, separa tu experiencia, la experiencia de tu amigo, y hace un cuerpo nuevo. Se produce un temblor. Miguel Sánchez Santamaría (al que a ratos le pongo un de Santamaría, porque le hago izándose con las velas al mar y sabiendo grandes terrenos a su espalda, con un aprendizaje y un filo que he podido ver crecer) llevaba tiempo teniéndonos en tensión, esperando su primer libro. Y aquí está. Y empiezo a escribir esto y sólo he leído el poema y cuando siga escribiendo habré leído el poemario, pero ya en el primer poema la emoción hace un saltito. «La memoria/ corta,/ el oído selectivo/ —por si hay remordimiento—,/ la boca grande/ para escupir/ un río»

Hablaba con Pol ayer de que a veces se lee a los libros y a veces los libros nos leen, supongo que toda lectura, toda selección o mordiscos a los poemas para contar mis subrayados (mis asombros) tienen algo de eso, aquí el encabalgamiento y el cuidado facilitan esos mordiscos, los blancos invitan a robar mejor trozos concretos y el poema respira.

Este poemario es atmosférico, sus partes se entienden, nos acompañan haciendo el camino con total atención: es un poemario que pulsa una lectura calmada y anda a pie, la luz cambia, el poemario avanza y sigue andando.
«¿Comprendéis que la esperanza no está/ en el nombre,/            sino en su reposo?»

Se organiza en tres partes: Valer vivo, Valer harto, Valer otro. Seguro y siempre, Bienvaler.
La primera parte nos cuenta el tacto, nos trae la mano a la mano, la herencia, la sensatez de los tiempos tranquilos y nos advierte en el poema Gemido de creta  «Ninguno eligió su cobre,/ su cincel».
Ninguno es ninguno, dice.

La segunda parte, Valer harto, abre con un poema titulado Fe: es esta sutileza la que nos va llevando de uno a otro, atisbando. A nivel formal es impecable, suena el oído, acaricia, el uso del lenguaje es altísimo, la aliteración y el calambur, la apertura de sentidos, la aparente sencillez: «Y perra pena arrastran; un murmullo les lleva/ su peste particular» Hay un no saber quién eres, dónde y en dónde estás, un preguntarse: podría citar muchos poemas, todos, pero cito Deriva de un hombre y atiendo sus preguntas, lo sé en su ala rota.

Valer otro se inaugura con Digo y Diego, y crecen las preguntas y crece el alrededor de las preguntas y se aumenta el diálogo. Y sigue lo nuevo, las nuevas maneras de decir, cuidadas, precisas: «Títeres bravos/ —pienso—,/ dados inhóspitos para el azar.» su/ propio pie,/ su tropo propio

Leía en uno de los documentos que se regalan (y lo entiendo así, obsequio, suerte de quienes los encontramos) una manera de describir algo que es la poesía de Miguel: a veces en las contestaciones de otros poetas sobre su propia poesía se encuentra una dirección para leer, un epígrafe claro donde leer una manera poética, y hay mucho de eso en Lecturas del desierto. Antología y entrevistas sobre poesía actual en España (2018), donde Verónica Aranda resumía una manera de estar en la poesía que en este libro encontramos «concesión y dimensión contemplativa». Ella lo hablaba en relación a su poética, atendiendo a la herencia de la tradición árabe y la poesía oriental, con especial atención al haiku, y en este caso, contemplación y concesión son dos sustantivos que dicen muy bien la poesía de Miguel Sánchez Santamaría.

«La luz, en cambio,/ es parte de./ Abarca una bondad»

Pero no nos equivoquemos, no es un poemario amable, no es un poemario suave, seguro no es un poemario bonito, es lo que ocurre: «Están muertos la mañana/ y el colmo,/ la espera crítica,/ el humor y su sentido./ La rama y su búho están muertos».

Dice nuevo, dice exacto, dice y hay dolor y hay cuidado: dice la vida y yo digo, gracias y agradezco «que/ insista/ en el gesto amable»

«Aprender que/ raíz/ es para siempre»








domingo, 24 de marzo de 2024

Cómo la poesía

Una amiga de la infancia con la que nos hemos reencontrado (mi infancia de melliza siempre es plural) está rondando, haciendo, queriendo saber la poesía. Cómo estar, cómo escribir, desde dónde. Me pareció una pregunta bonita y le mandé un parrafón que tiene que ver con mi experiencia y con mis propias preguntas. ¿Cómo la poesía?

Lo primero es leer mucho, lo segundo ir viendo qué es la poesía y qué no es, irla trabajando cada vez más como una creación literaria y menos como un contar cómo estamos, que en verdad se hace, pero se trata de que sea desde un lugar diferente, que cambie algo, que cuestione y amplíe.
En esto que te acabo de decir ya habría un montón de poetas que no están de acuerdo conmigo, pero considero que la poesía es una forma de mirar que busca ser distinta al lenguaje cotidiano, al diario, a la conversación. (También, claro, habría un montón de poetas que aquí si están de acuerdo, se comenzaría a ampliar el debate desde aquí con palabras como rito, canto, magia, oración).

Esto que acabo de enunciar es muy importante: hay múltiples formas de estar en lo poético, pero para transitarlas considero que es importante preguntarse qué es lo poético. Eso nos lleva al primer consejo: leer mucho. Entonces por ir resumiendo:
1. Leer mucho.
2. Ir viendo qué es la poesía.

En el segundo punto empiezan ya a surgir muchas preguntas, ¿es testimonio, es imaginación, es metalenguaje, es extrañamiento? ¿Es curación? Y aquí, mientras que lees y te haces preguntas se llega al tercer paso: el diálogo.

El diálogo es con los textos que lees y las preguntas que haces a esos mismos textos y lo que te preguntas en tu escritura, que siempre va a estar a la vez que todos los pasos. El diálogo tiene que ver con el amor, el amor tiene que ver con la atención: considero interesante comenzar a leer libros de teoría, plantear qué es la musicalidad y como funciona, qué es el verso libre, qué recursos literarios existen.
De repente aparece por una parte la «técnica poética», por así decirlo, la parte más de forma, y por otra, la parte de comenzar a jugar con esa forma, el tema estará siempre y desde los temas que te interesan surgen las afinidades de lectura, surgen también nuevos temas: la poesía es un océano. Este diálogo interesa aumentarlo con formación, que es lo mismo: otra manera de empezar preguntas.

La formación que, de nuevo, es invertir desde el amor y la escucha en lo poético, tiene una ventaja grande para sentir que hay direcciones desde donde avanzar: los profesores te cuentan preguntas, alumbran alguna respuesta y, sobre todo, te proponen muchas lecturas adicionales
Otra ventaja importante de la formación es que estás, a su vez, viendo la obra en proceso de otras personas, preguntarse cómo hacen desde su escritura, compartir textos, generar comunidad. Esto se amplia cuando se acude a presentaciones, a lecturas, charlas, cuando se aprovechan los recursos online. Hay mucho conocimiento ahí, se trata de ir haciendo el viaje.

En resumen, los pasos serían:

1. Leer mucho. 
2. Ir viendo qué es la poesía. 
3. Diálogo, dividido en cuatro patitas. 
3.1 Diálogo con las lecturas. 
3.2 Formación. 
3.3 Diálogo con creadores. 
3.4 Diálogo con tus propios textos. 
4. Aprendizaje y juego.

Creo que son esos cuatro pasos, girando sobre ellos una y otra vez. Mientras están estos cuatro pasos está, además, la escritura. En el paso 1 es muy importante aprovechar lo que existe online y las bibliotecas e intentar que esas lecturas sean amplias. Unos autores nos  llevarán a otros. Los pasos empiezan una y otra vez, el viaje de la poesía es circular, no acaba. 

(Esto no es una lectura, pero es una manera de lectura, que me parece interesante guardarme casi como una auto-receta, para cuando el vértigo).

jueves, 21 de marzo de 2024

Poquita fe, Robin Myers.

En Tener dijo «somos injertos», ahora es un bosque.


Myers, la de los dientes diminutos como las hormigas, la de las promesas tiernas del comercio, la poeta donde hay fruta y adoquines y muchas formas de decir el yo.
Myers fue una de las autoras que me hizo engancharme a Kriller.
Ahora, junto a otras dos editoriales admiradas, comienza a hacerse con un estante entero, y las ganas que tenía de este libro eran inmensas.
La manera en la que me organizo no es tanta ni tan buena y estoy ahora, con otros cuantos a la cola, acabando su lectura.
No es mi favorito de Myers*, y a la vez tiene cosas que lo hacen favorito entre libros, entendiendo que lo admirado, como la amistad, no funciona en pódiums ni medallas. El favorito se lo dejé a mi admirado @adrianmaceda y está en Galicia, cambiando de aires, ¿es el favorito o es el descubrimiento inicial? ¿No le dejé el siguiente porque tenía demasiados poemas al margen?¿Sigue siendo Myers una dinamitadora de poemas al margen? Sí: sin lugar a dudas, provoca el diálogo.







Este libro es algo distinto, quizá más transparente, quizá la transparencia tiene que ver con la presencia: con generar presente o pulsar de una manera muy exacta lo que nos comparte: el dolor, el tiempo, la pérdida, las ganas de creer en la bondad, pero ¿cómo? El deseo, el cuerpo, el sexo, también. Y de nuevo, conseguir el instante, como la pulpa que está en cada portada y en cada libro, la pulpa que ella misma dice. A ratos menos imaginativo que los anteriores, a ratos muy colorido: como estar a mitad de la plaza del pueblo y oír los cascabeles, el humo, ser la plaza, o algo así.

*Escribí no es mi favorito y luego avancé.

Es un libro con curva escénica, va en crecendo, supone aprendizaje y relectura. Dos poemas, creí, cuatro al final, me han dejado muda. El libro que los rodea es bueno, buenísimo, pero esos dos (cuatro) poemas resuenan, la piel queda distinta. Lo que nos junta, a esos poemas y a mí escalofrío, es la experiencia personal. La generacional. La intersección. La vida. Parece que reconocerse en un poema es de primero de lector, en cambio cuando se tiembla significa. Leo la gata ya no, leo los pezones que lo son cuando se activan, leo la inquietud de lo vacío, el impulso de quererlo llenar, el miedo. Quiero decir: es mi favorito, lo es, y eso no significa nada, pero sí hay una certeza, absoluta, estamos ante una poeta que tiene el lenguaje y su alquimia.

Gracias Kriller por traerla otra vez. Gracias, gracias, gracias.

Este es un libro lleno de cuerpos nuevos, lleno de sitios nuevos, de nuevas preguntas hacia la herencia y la metamorfosis de la herencia. Cuando se dice poesía hablamos de esto, justo de esto. 








Me pasó con Corazonada que, de tan inmenso, no he sabido (no sé) cómo dejar la lectura con un sentido que sirva, de alguna forma para contar el libro: cada vez que han surgido debates, que han surgido porque es un libro que, de una manera generosa y diría bruta, ahí te pone no ya un río, un torrente, pero un torrente de agua dulce, y cuando se debate (qué bello que un libro no genere una sola reacción, que mueva) yo solo puedo contestar con frases subrayadas del mismo. Sí, es mucho, sí, se queda uno como si hubiese entrado en una posición distinta del planeta y se sale mareado, sí, como en cualquier poemario, hay textos que brillan más que otros, pero todos tienen brillos: sí, es una escritura inteligente, generosa, que dialoga. Y qué más se pide a un libro, me pregunto, pero cómo contar un planeta entero. Leo lo que la gente que sabe explicarse mejor dice y digo, sí. Oigo las entrevistas y digo, sí.


Con El Arte de encender las palabras me pasa algo similar, no en este caso por ser un planeta-otro, sino porque, de nuevo, la generosidad es inmensa y nos contesta y nos habla. Estás en el libro y te vas a tus textos y dudas, aprendes, hablas de él con los demás: te hace mejor lector, te pone en las cuerdas, con suavidad y dulzura de nuevo, como escritor y, oh, te cede amantes: un libro para entender las palabras cuando encienden, un libro para leer preguntando mejor, pero sobre todo un libro llenito de amantes que te hacen ojitos y que apuntas o los reconoces, amados y dobladitas sus esquinas, en la estantería. Un libro que sabe decir cosas que no sé cómo ha logrado decir. Un libro que debería generar diálogos con otros, con la escritura, obligarnos a sacar esquemas. Pero yo me quedo así, extasiada. Cómo contar el libro: el libro-acordeón, que es algo a lo que tienden los libros de Berta, tan dobladito que le quedan las hojas, que más que señalar hacen de aplauso.

«Cuando digo conocimiento digo fantasía»«lo poético: un yoctosegundo (que puede sentirse como una eternidad) y un acá (que puede sentirse como un por-todas-partes)», nos dice introduciendo el ensayo.
Un ensayo lleno de asteriscos que te mueven por la hoja y te suben y te bajan y te hacen decir ¡oh! muchas veces. Y aún así, le caben más a los márgenes, que no cunda el pánico.

Viendo que no iba a ser capaz, conforme de avanzaba, de saber decir casi nada: empecé a hacer anotaciones y eso os cuento:
  1. Leer a Berta en márgenes y flechas ocupando todos los márgenes de la página me recuerda a mis apuntes: si algo no entraba en el folio donde había 1 idea principal (¿un matiz exacto?)¡alerta! lo podía olvidar al dar la vuelta el folio, así que había que hacer porque cupiese: que la idea estuviera juntita y prieta.
  2. La palabra cuajadura me hace querer comer postres, y yo soy principalmente de salado: en concreto, me hace pensar en los postres de chocolate blanco y una galleta encima, marca Montero, que son muy de mi madre, sin ser de mi madre la fábrica.
*Capítulo 1:  «La poesía es un manto: Tropos y conceptualización»
Como el pan y los pájaros: se abren los caminitos de la lectura que son dirección y pirueta. La lectura de la poesía no es exactamente lineal, ni exactamente a saltos.

*Capítulo 2«La poesía es un pellizco: más allá de los tropos, más allá de la conceptualización»
Hibridar. Corporalidad ¿duendes translúcidos?. Coagular. Presencias. Fantasmitas con huellas tipográficas, un picor de estornudo.
Trovar= robar, ovar.
Chorreante.

*Capítulo 3 ¿Cómo qué...? La lectura como puzle, la lectura como halo. +Color+ Temperatura+ qué puta locura es esto. 

Cruzamos por el ras de la montaña, María de la Cruz.




«sustrato de un impulso muy antiguo»

Esto es Cruzamos por el ras de la montaña de María de la Cruz, publicado en Cántico. @cosamentale_ @canticoed

«sustrato de un impulso muy antiguo», el del lenguaje (que claro suena a 11, ya ves tú, y cómo cosquillea en el oído.
«até lo dispar», dice, grieta, lengua, lago.
«(...)mientras nadas/ el arco de tus piernas crea el agua/ tú eres la figura en el paisaje.»
Lo quemado, cauce dorado y liquen, clavículas y toros ciegos.

:::Anotaciones a ras:::
1. La mejor dedicatoria que he leído.
2. Hacía mucho que no leía partir tan bien un verso, ampliando significados. Qué cuidada la mancha y qué encabalgamiento, muy Aníbal, manso y exacto.
3. Veo poema río, con el blanco que lo pausa de página a página. No blanco, crema papel.
4. Color anímico, que tintinea en las sílabas y toca, éste sí, blanquísimo ¿y cómo recordarlo?
5. Qué cuidado al lenguaje, como si fuese una cría y fuera a darle leche con los dedos.
6. Diálogo: el color también se sale de las tripas, anoto.
7. La nieve que nieva me parece que se entiende con la de Lorca.
8. ¿Cómo será leer este poemario al sol?
9. Quien sabe de los cristales, sabe de masticar.
10. Está llenito a onces y así suena. «tuvimos un hogar antes del verde»
11. Me gusta que me hables aunque no sea a mí, aunque no seas tú: viajo a esa montaña.
12. Nombrar como coger.
13. El pozo, la curva, andar y desandar, girar despacio: contorsión.
14. Contusión.
15. «dos corzos indefensos refugiándose/ en todo lo que estuvo y lo que no».

Gracias por «la violenta belleza de los verbos».








Riesgo de hidrocefalia. Marisa Bello

«Seguir tendiendo la ropa no es lo mismo sin los ojos».  « »

Libro de memoria, libro de memoria sorprendida, posada, crítica. Libro donde una se piensa hoy en los miedos de entonces, con sus dudas y las verdades ciertas que nos han cerrado la boca y aumentado el susto: verdades que entendemos porque se confirman aún en la vida de ellas, en sus inicios.

«ACOSTUMBRE A NOMBRAR la rotura como parte esencial del deseo»(...) ¿Acaso no piensas arreglarte? (...) La violencia no es siempre roja».

Un libro de recuerdo que nos interpela, un libro que nos deja el cuerpo conocido y raro, como el primer exhibicionista que a todas nos queda en la retina, la mano que te toca y que no reconoces en el transporte público: lo que sólo de nosotras a nosotras nos decimos: y sí, cuenta, dice, pero lo hace desde la poesía, hacia la poesía, con la poesía y, por eso, en ese acto de instantánea, nos pone allí y aquí: la acompañamos. «Los amores incondicionales no conjugan» «un galgo congelado» ¿sí conjuga?: la madera se friega de rodillas, «una anciana ladrando» y no saber bien qué hay que decir.

Recordar qué es marcar un número, qué es rodar un número en la baquelita roja para iniciar la llamada. «Escribiremos notas anónimas a una obsesión de la otra fila y negaremos, en firme, haberlo hecho».

Memoria que entendemos, analógica, amarga y algo árida, con el tiempo que pasa y que se queda sobre el recuerdo, sabiendo qué hace el lenguaje y cuándo no hace y se queda corto: tratar de capturar lo que se ha sido, la carpeta de cartón que nos protegía la juventud, subiéndola justo arriba de la boca, dejando la nariz dos dedos más abajo, asomando los ojos, «la manzana completa».

El reconocimiento del daño, de lo que se aprendía, de lo que era dado por supuesto. «Tuvimos varios grupos y algunas abortamos. Del resto nunca supe nada más».

Y luego la maternidad: con todo lo heredado. «FUI MADRE A CONTRAPELO / Di a luz obediente, -siempre, obediente».
Y el poema al NIÑO que hace mudez y ganas de abrazar.
Gracias por este libro, @marisabellolopez

«De momento me alcanza el escupir».

Riesgo de hidrocefalia. Premio Internacional de Poesía Marta Agudo 2023. @genialogias
Publica @tiigresdepapel








miércoles, 6 de marzo de 2024

El libro mediterráneo de los muertos. María Ángeles Pérez López

 


Libro mediterráneo de los muertos de María Ángeles Pérez López. 
VI Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro. Publicado por @editorialpretextos
"¿En qué partes de ti crece el pronombre?"

Un libro como una herencia. Un libro como sedimento de la lengua.
Tacto, lenguaje, color, lenguaje, piedra, guepardo, lenguaje, cráneo, lenguaje, historia, lenguaje, Nilo y pupila, lenguaje y pupila, pupila y párpado: el cuerpo que se queda en lo oscuro, los ojos que qué miran cuando son los ojos solos y no nuestros ojos, ajenos, galaxia y ceniza.

Lengua de raíz como hilo rojo que teje una biografía de nuestros muertos, es decir del nosotros, es decir del yo en el nosotros, visual, ovalado, con manto y tierra y grito. El pasto del agua con sus cuerpos anónimos. El lenguaje con sus madres anónimas. La conversación con el lenguaje, desde el lenguaje, lagarta valiente del lenguaje cuestionando la distancia, el tiempo, la profundidad del mar, de nuestras memorias.

Endecasílabo encadenado a endecasílabo encadenado y los adjetivos tintineando las aliteradas bondades de la lengua, la proximidad de la sílaba y su danza sonora que baja el zigurat a la tierra, la tierra, la boca, el cráneo, el lenguaje y la boca, la boca anónima al fondo de la boca, la osamenta que permite gruñidos y nombres.

El diálogo de un nosotros y el sonido tildado del gesto. Libro indicativo, libro roca y estambre. Alquimia y poesía. Poesía, poesía, poesía: todo el tiempo, con su estallido.

Libro néctar, libro humano porque "la asfixia es una experiencia mancomunada" y es cierto que "no puedes respirar bajo el barniz" ,"la poesía tampoco cede". Porque "incluso los lirios, las paredes, la tierra más pobre pronuncian un lenguaje que no nos pertenece".

Estaba deseando la calma para leer este libro y no veo manera mejor de iniciar la lectura en este año. Gracias por este universo con memoria animal.

(Lectura publicada originalmente en Instagram, en enero de 2024).









La memoria se queda en un blog de internet.

Últimamente necesito dejar escrito lo que leo: empiezo a hacerlo, intento subirlo a instagram, no cabe y despedazo el texto. 

Entonces pienso: debería tener un blog donde subirlo, por lo menos para que se me quede guardado limpiamente, algo donde recoger las últimas lecturas sin tantos accidentes, con lugar para la letra. Ya no se usan, pienso, pero yo los leo, entonces sí se usan, entonces abro Blogger y veo que ya hice eso hace 11 años. Veo libros que no recordaba del todo. Veo la fisura en los meses del 2014 y los retazos de una conciencia que no se quedó. 

Veo libros que no he podido olvidar: que son mi ecosistema. Entiendo el eco sobre ellos. 

Veo que olvidé que esto existía: en 2015 la vida empezó a funcionar, después de una franja rara de finales de 2011 a inicios de 2015, especialmente rara de mayo de 2014 a septiembre de 2014, donde todo lo que creía entender murió y con ello, mucha de mi memoria.

2015 fue comenzar a formar parte del sistema de nuevo. Veo que acabaron las lecturas aquí. Recuerdo poco más. Es raro no recordar cosas así. Hace unos meses me pasó en wordpress. ¿Cuántos trozos se van dejando? 

Quizá lo raro es encontrarse.