BROYARD, Anatole. Ebrio de enfermedad y otros escritos de la
vida y la muerte. Traducción de Miguel Martínez-Lage. Ediciones La Uña Rota,
Colección Libros del apuntador. Primera edición España, marzo de 2013. Edición
1992, Alexandra Broyard. Imagen de
cubierta, Gonzalo Borando. (+http://borondo.blogspot.com.es/)
Del prólogo, por
Oliver Sacks.
(...) Broyard cita un episodio de un libro de Mary-Lou
Wisman, titulado Cuidados intensivos,
en el que relata que poco antes de que su hijo muriese a los quince años, a
raíz de una distrofia muscular, pidió a su padre que lo colocase en una "postura
impúdica" en la cama del hospital. "A mí me agrada que mis
escritos sean impúdicos e insolentes—escribe Boyard—. La amenaza de la muerte
debería hacernos más ingeniosos." (…)
(Prosigue Broyard…) Los relatos son anticuerpos contra la
enfermedad y el dolor […]. Al principio me inventaba microrrelatos. La metáfora
era uno de mis síntomas (…)
Apunto,
no se puede decir nada más que eso, eso es todo. Recuerdo mis metáforas primeras,
me imaginaba una enfermedad como un color insuficiente, como una carencia. Un color
que no supera las pruebas que asimilan las reacciones. Frente a las secuelas de
un accidente ¿por qué lloro antes de que haga sol, por qué río el color, la
intriga de localizar el impacto, la previsión del golpe?
Mi
enfermedad como un color, demasiado híbrido, demasiado neutro, tono motor, tono
cualquier cosa, mi enfermedad de escala de grises, incapaz de permitir que el
positivo y el negativo forme circuitos, incapaz de ordenar la reacción de forma
ordenada, orgánicamente ordenada. El miedo araña la continuidad, rompe.
.
Ebrio de enfermedad, retales.
"(…) el cáncer es el delito que puedo haber cometido o no; y
la elocuencia de estar vivo, el fervor del superviviente, es mi mejor defensa.
El modo en que mis amigos se han unido a mi alrededor es una maravilla (…) han
tomado a su cargo la responsabilidad de ser serios (…). No obstante, uno de los
efectos que tiene su preocupación por mí es que yo me siento más vívido,
multicolor, dibujado con nitidez. (…)"
"(…)Me han puesto en el vientre inyecciones de diecisiete centímetros de largo, en donde
noto que me cosquillea la metafísica.(...)"
"(…)Estar enfermo es una extraña mezcla de lo sublime y de lo
patético, de comedia y terror con intervalos de sorpresa. Tratar el asu"nto con
demasiado respeto equivale a caer en las conocidas y floridas trampas de la
agonía romántica. (…)
"(…)Cuando se enteró la gente de que yo estaba enfermo, me
inundaron con relatos de sus propias enfermedades. (…)El relato, la narración,
parece ser una reacción natural a la enfermedad. La gente sangra relatos, y yo
me he convertido en un banco de sangre de relatos. (…)"
"(…) A veces pienso que el silencio puede matarnos, como (…)
al final de El proceso, de Kafa, en
la que Joseph K. muere sin decir palabra, "como un perro". En "La metamorfosis", (…) Gregor Samsa muere como un insecto. Morir
es dejar de ser humanos, deshumanizarse, y a
mi entender el lenguaje, el habla, los relatos o narraciones son las
formas más eficaces de mantener viva nuestra condición humana. Guardar silencio
es, de forma literal, cerrar la tienda de la propia humanidad. (…)"
Apunto,
la enfermedad es la crisálida que precede
a la muerte. Muerte, efímero aleteo.
"(…)Murió (…) de neumonía, como si se le hubieran encharcado
los pulmones con el flujo detenido de sus palabras y se hubiese ahogado en ese
lodo.(...)"
"(…) Veía en mi enfermedad
una visita a un país tumultuoso (…) una aventura amorosa con una mujer
que me exigía hacer cosas que yo no había hecho nunca. (…)"
En los
márgenes: Sucede que crecen con nosotros nuestros órganos internos, conocemos-
hemos estudiado- sus atributos, la función del movimiento de cada uno, pero es
extraordinario- acaso en ilustraciones o fotografías de mirada rápida- haberlos
recorrido. Salvo para el sastre-cirujano que nos cose la salud y ordena los
despistes del organismo-, tenemos dentro un país más desconocido, más
extranjero y tan extraño y tan nuestro y tan culpable. Así de contradictorio es
nuestro retrato, nuestro funcionamiento. Y ante el pavor incluso de un tímido
asomo, palidecemos bajo la suciedad y el brillo de lo enfermo. Nos reconocemos
cuerpo, cuerpo averiado.
“(…) sólo si insiste uno en su estilo podrá salvarse (…)
cuando la enfermedad pretenda disminuirlo o desfigurarlo. (…) la disminución
del propio yo a ojos vistas. (…)”
Anoto, ¿y
cuándo es la enfermedad del estilo, la erradicación o la ausencia del mismo, su
no-forma?
"(…) 3. El paciente examina al médico (…)"
"(…) Para llegar a mi cuerpo, mi médico tiene que llegar a mi
carácter. Tiene que atravesar mi alma. No basta con que me atraviese el ano.
Ésa es la puerta de atrás de mi personalidad. (…) La mecánica del diagnóstico
la llevan a cabo sobre todo, en mi ignorante opinión, los técnicos. Los
técnicos van con la materia prima. El médico toma ese material y le da la forma
poemática de un diagnóstico. Por eso quiero un médico con sensibilidad. Y eso
casi parece un oxímoron (…) Morir o estar enfermo es en cierto modo poesía. Es
un trastorno, una locura. (…) los médicos podrían estudiar poesía para entender
estas disociaciones. (…)"
Añado:
dentro de la disociación del enajenado sucede que establece asociaciones
discursivas, instintivas, a-lógicas, pero sigue asociando: cambia la
arquitectura arquitectónica que determina el lugar de lo asociado- pero
existe-, no hay incoherencia sino un molde nuevo, donde los elementos
estructuran el discurso, poderoso, vitalista en cuanto al ritmo,
espeluznantemente cierto, pre-claro.
"(…) El médico es el único pariente que tiene el paciente en
un país extranjero. (…)"
"(…)No hay que rendirse a la enfermedad: aféitate, péinate,
viste de manera atractiva, sé agresivo, no pasivo. Es el cambio en el enfermo
lo que avergüenza a sus amigos, y es ahí donde comienza toda la inhibición. (…)”
"(…)La enfermedad es una clase de incoherencia.(...)"
"(…)Becker describe el carácter como "una
configuración restrictiva de la posibilidad". (…)Según Becker, hay "un pánico inherente a la creación", y hemos de controlar ese
pánico sin negarlo. Hemos de convertirlo en una excitación útil. (…)"