lunes, 25 de noviembre de 2013

Ebrio de enfermedad, Anatole Broyard. Ediciones La uña rota.

BROYARD, Anatole. Ebrio de enfermedad y otros escritos de la vida y la muerte. Traducción de Miguel Martínez-Lage. Ediciones La Uña Rota, Colección Libros del apuntador. Primera edición España, marzo de 2013. Edición 1992, Alexandra Broyard.  Imagen de cubierta, Gonzalo Borando. (+http://borondo.blogspot.com.es/)


Del prólogo, por Oliver Sacks.


(...) Broyard cita un episodio de un libro de Mary-Lou Wisman, titulado Cuidados intensivos, en el que relata que poco antes de que su hijo muriese a los quince años, a raíz de una distrofia muscular, pidió a su padre que lo colocase en una "postura impúdica" en la cama del hospital. "A mí me agrada que mis escritos sean impúdicos e insolentes—escribe Boyard—. La amenaza de la muerte debería hacernos más ingeniosos." (…)
(Prosigue Broyard…) Los relatos son anticuerpos contra la enfermedad y el dolor […]. Al principio me inventaba microrrelatos. La metáfora era uno de mis síntomas (…)

Apunto, no se puede decir nada más que eso, eso es todo. Recuerdo mis metáforas primeras, me imaginaba una enfermedad como un color insuficiente, como una carencia. Un color que no supera las pruebas que asimilan las reacciones. Frente a las secuelas de un accidente ¿por qué lloro antes de que haga sol, por qué río el color, la intriga de localizar el impacto, la previsión del golpe?
Mi enfermedad como un color, demasiado híbrido, demasiado neutro, tono motor, tono cualquier cosa, mi enfermedad de escala de grises, incapaz de permitir que el positivo y el negativo forme circuitos, incapaz de ordenar la reacción de forma ordenada, orgánicamente ordenada. El miedo araña la continuidad, rompe.



.
Ebrio de enfermedad, retales.

"(…) el cáncer es el delito que puedo haber cometido o no; y la elocuencia de estar vivo, el fervor del superviviente, es mi mejor defensa. El modo en que mis amigos se han unido a mi alrededor es una maravilla (…) han tomado a su cargo la responsabilidad de ser serios (…). No obstante, uno de los efectos que tiene su preocupación por mí es que yo me siento más vívido, multicolor, dibujado con nitidez. (…)"

"(…)Me han puesto en el vientre inyecciones de  diecisiete centímetros de largo, en donde noto que me cosquillea la metafísica.(...)"

"(…)Estar enfermo es una extraña mezcla de lo sublime y de lo patético, de comedia y terror con intervalos de sorpresa. Tratar el asu"nto con demasiado respeto equivale a caer en las conocidas y floridas trampas de la agonía romántica. (…)

"(…)Cuando se enteró la gente de que yo estaba enfermo, me inundaron con relatos de sus propias enfermedades. (…)El relato, la narración, parece ser una reacción natural a la enfermedad. La gente sangra relatos, y yo me he convertido en un banco de sangre de relatos. (…)"

"(…) A veces pienso que el silencio puede matarnos, como (…) al final de El proceso, de Kafa, en la que Joseph K. muere sin decir palabra, "como un perro". En "La metamorfosis", (…) Gregor Samsa muere como un insecto. Morir es dejar de ser humanos, deshumanizarse, y a  mi entender el lenguaje, el habla, los relatos o narraciones son las formas más eficaces de mantener viva nuestra condición humana. Guardar silencio es, de forma literal, cerrar la tienda de la propia humanidad. (…)"

Apunto, la enfermedad es la crisálida que precede  a la muerte. Muerte, efímero aleteo.

"(…)Murió (…) de neumonía, como si se le hubieran encharcado los pulmones con el flujo detenido de sus palabras y se hubiese ahogado en ese lodo.(...)"

"(…) Veía en mi enfermedad  una visita a un país tumultuoso (…) una aventura amorosa con una mujer que me exigía hacer cosas que yo no había hecho nunca. (…)"

En los márgenes: Sucede que crecen con nosotros nuestros órganos internos, conocemos- hemos estudiado- sus atributos, la función del movimiento de cada uno, pero es extraordinario- acaso en ilustraciones o fotografías de mirada rápida- haberlos recorrido. Salvo para el sastre-cirujano que nos cose la salud y ordena los despistes del organismo-, tenemos dentro un país más desconocido, más extranjero y tan extraño y tan nuestro y tan culpable. Así de contradictorio es nuestro retrato, nuestro funcionamiento. Y ante el pavor incluso de un tímido asomo, palidecemos bajo la suciedad y el brillo de lo enfermo. Nos reconocemos cuerpo, cuerpo averiado.                                                                                                                                                                                                       
“(…) sólo si insiste uno en su estilo podrá salvarse (…) cuando la enfermedad pretenda disminuirlo o desfigurarlo. (…) la disminución del propio yo a ojos vistas. (…)”

Anoto, ¿y cuándo es la enfermedad del estilo, la erradicación o la ausencia del mismo, su no-forma?


"(…) 3. El paciente examina al médico (…)"

"(…) Para llegar a mi cuerpo, mi médico tiene que llegar a mi carácter. Tiene que atravesar mi alma. No basta con que me atraviese el ano. Ésa es la puerta de atrás de mi personalidad. (…) La mecánica del diagnóstico la llevan a cabo sobre todo, en mi ignorante opinión, los técnicos. Los técnicos van con la materia prima. El médico toma ese material y le da la forma poemática de un diagnóstico. Por eso quiero un médico con sensibilidad. Y eso casi parece un oxímoron (…) Morir o estar enfermo es en cierto modo poesía. Es un trastorno, una locura. (…) los médicos podrían estudiar poesía para entender estas disociaciones. (…)"

Añado: dentro de la disociación del enajenado sucede que establece asociaciones discursivas, instintivas, a-lógicas, pero sigue asociando: cambia la arquitectura arquitectónica que determina el lugar de lo asociado- pero existe-, no hay incoherencia sino un molde nuevo, donde los elementos estructuran el discurso, poderoso, vitalista en cuanto al ritmo, espeluznantemente cierto, pre-claro.

"(…) El médico es el único pariente que tiene el paciente en un país extranjero. (…)"

"(…)No hay que rendirse a la enfermedad: aféitate, péinate, viste de manera atractiva, sé agresivo, no pasivo. Es el cambio en el enfermo lo que avergüenza a sus amigos, y es ahí donde comienza toda la inhibición. (…)”

"(…)La enfermedad es una clase de incoherencia.(...)"


"(…)Becker describe el carácter como "una configuración restrictiva de la posibilidad". (…)Según Becker, hay "un pánico inherente a la creación", y hemos de controlar ese pánico sin negarlo. Hemos de convertirlo en una excitación útil. (…)"

No hay comentarios:

Publicar un comentario