lunes, 16 de junio de 2014

Mi itinerario de lectura es particular

Mi itinerario lo conforman múltiples personas, hermanas de cerca y de las periferias.
Mi itinerario de lectura es particular, aunque llueve y se moja, y a veces se enquista en moho porque crece de adicciones no leídas, de títulos que compro por la sospecha, títulos que me ofrecen todo y casi todo además de lo pensado.

Si hay algo que puede elogiarse de esta época es lo instantáneo.
Leer y poder leer, leer y poder decir: estoy y estoy leyendo.
Creo que me sería imposible enumerar esas hermanas de ojos abiertos, de pulso parejo, de idéntico, táctil, contrario, contradictorio. Por dónde empezar.
Hay nombres que llevan, mujeres y hombres, nombres propios que llevan mucho, tanto tiempo en mi recorrido que creo que podría escribir para ellos, solamente, sin decir nada, sin que haya necesidad de referir cuestiones insólitas o perecederas, porque trabajan esto, lo efímero, y sobre ello no necesitan sino sobrevolar, mirar un poco, sobrecogerse, su firma la tienen demasiado grabada, con sabor a hierro. Son gentes de altos vuelos y constantes bajas.

Hay hombres visibles y los que se queman y tienen que desplegarse varias sombrillas, ir saltando entre los reflejos, los visibles son tan fuertes como estos, porque además pisan lo absurdo, lo apartan, pero nunca olvidan. Nunca, ni los unos ni los otros, cada tic recibido entre inclemencias temporales, porque la electricidad deja huella y tatúa.

Quiero llenar esto de nombres pero se me aturulla la garganta de cariño, de complicidad, de lejanía y de incomprensión, todo a la vez.
Debo escribir más despacio, debo y he de reeditar esto, con imágenes, las nuestras, también la de los muertos, porque para decirte como leer solo tienes que leer a quien a leído amando las palabras.























Las lecturas son las que leemos, las que queremos, las que aún no he fotografiado, las que tienen pendiente una reseña ya escrita, las que se rechazan, tan importantes, tan dóricas, como las aceptadas. Faltan los importantes. Para esos quiero una mesa, quiero todo el suelo de un estadio, quiero toda la vista aérea posible porque sí, porque vuelan. A cada uno de ellos espero hacerle su estadio, su edificio, su post, devolver el regalo de su lectura, con su lectura recitada. A todos ellos. Pero el tiempo, ay. El tiempo. 

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