miércoles, 19 de junio de 2024

La última Coca-Cola de Maite Martí Vallejo



 "Nacer o hervir"

No saber qué decir de un libro, pero saber que no puedes dejar de hablar de ese libro, hablar de lo que se escapa de esa lectura, de la sensación de estar leyendo una quimera hecha de trozos, de reconocer partes y de desconocer la mayoría, de quedarte mecida en su sintaxis entendiendo que hay mucho más de lo que puedes ver, pero que todo lo que ves ya es grande, distinto, nuevo, verdad a la manera que es verdad lo poético, con dientes.

Escuchar qué se ha dicho del libro, leer lecturas del mismo que te abren puertas a nuevas maneras de leer, estar sorprendida, sorprendida, sorprendida, esperar que se vacíe la nevera porque antes de que el libro tuviese cuerpo sabías cómo lo querías ver, solo, nuevo, vivo: sentirte tonta y graciosa al hacer esta chorrada de meter un libro en la nevera, querer conservar para siempre la sensación de la primera lectura, pensar, ¡qué suerte estar siguiendo la pista a Maite! Quererla tanto por esa primera lectura en pdf ante el chivatazo de Luz, ¿me ha dicho un pajarito algo de poemario y Coca-cola? Tener la sensación de estar leyendo algo mágico, inasible:
Estoy leyendo un poemario que es una locura, le decía a Patri, y en la línea 9 pasarme de parada porque púrpura y porque búsqueda en google y porque idiota, la forma de la familia de leer y que nos caiga la baba.

Describe mucho mejor en el prólogo Luz qué es y cómo tiembla el cuerpo en esta lectura.

De alguna forma hay algo oculto que se dice sin decir que poco a poco se va quitando capas y activando sospechas, pero sin lograr atraparlo del todo, como si justo cuando fueses a agarrar parte del sentido éste girase e hiciese una mueca burlona, como de fauno, y echase a correr, juguetón, pero menos que en libros anteriores, irreverente, pero más cansado.

Todo ello lo hace dejando miguitas de coordenadas, el síntoma, los insultos, las cosas como son (¿cómo son?), de alguna forma lo cotidiano entra como una bofetada para desmitificar y espabilarnos. Hay reflexión, hay a veces pensamiento, pero en acto: no trata de domesticar, no es didáctica, nos zarandea.
"(...)La multitud asume/ que solo es sobrenatural quien puede"

El poemario en sí está hecho de acto, de verbo, de descripciones escuetas, sin adjetivos. No hay preciosismo ni se fuerza el lenguaje a vestirse de poema rancio, no hay florituras. Golpe, pausa, golpe, sed, golpe y púrpura.

Dice, se dice, nos dice, el lenguaje se posiciona: no se compadece, abate.

Los libros a veces te dicen lo que tú estás pensando, en esto la poesía levanta el vuelo: cazadores recolectores, el pecado original, la llegada de la domesticación, el rojo de la sangre: sé que leo esto porque estoy en esto y porque está también en el poemario, como otra apertura de sentido, la cita de San Pablo me advierte la conciencia de muchos caminos, los apaches susurran lenguajes parecidos para nombrar a Eva.

"Los que comían caracoles estaban famélicos. ¿Era eso el pecado original?(...) El mal , es una gota dentro del molusco."

La geografía de lo erradicado, de la barbarie, de lo diferente. No leí esto la primera vez, pero leer también es completar, permitir las imaginaciones. Reconocer la maldición. ¿Qué nos activa la huida?

"Aunque hay un solo nombre para el dolor, hay muchas formas de ser excesiva"

Prometer curar, prometer cuidar.

"Te diste cuenta porque prometí curar que no cumplo/ mi palabra"

No sé explicar esto, sólo leerlo y leerlo y leerlo.

"Dije la verdad creyendo que no lo era, que eso no podía pasarnos a nosotros".

Generosidad, de nuevo, es otra palabra para decir el libro. Sigue "como si nosotros fuera a resucitar por estar en un prado verde y florido. En efecto, la risa"

Seguimos con el itinerario de la matanza, del daño a tamaños distintos, llegamos a Henoch, llegamos a Dresde, la púrpura que luego cogerá al testigo, carne de su carne, "¿Puedo contar su historia para contar lo que sé?" El poemario cambia el volumen, no sé si lo sube o lo hace casi inaudible, sí sé que lo cotidiano irrumpe, arrasa Europa, lo entiendo casi como una continuidad.

Sé que estoy leyendo, sé que esto es un viaje, ¿en dónde estoy ahora?

"¿Para qué una historia local si el centro de todos los sentimientos no es de aquí?"

En la segunda parte del libro volvemos a las pistas sembradas, Georgia, Mitchell, los búfalos, cierto cansancio, una especie de retroceso y más y más preguntas.

"Quizá sea un error pensar en términos de conflicto. Los sentimientos no se equivocan. Son malos o tristes pero no son un error."

Este poemario hace y hace y hace y jo.

"A César Vallejo le salía espuma. ¿Cuál es mi modo de fracasar? Como asunto nos agotamos enseguida."